No soy creyente, lo digo con todo respeto para quienes sí lo
son. Sin embargo, ciertas reminiscencias del pasado remoto afloraron este fin
de semana, no sé si por la grandiosidad de los paisajes, por la buena compañía
o por un cierto alucine al combinar estos elementos con el agua fresquita y el
intenso calor del medio día.
Sea como fuere, el caso es que me dio por cantar reiteradamente
el Cantemos al amor de los amores. Al principio la cosa no pasó de la mera anécdota, pero al finalizar la tarde, hartos unos, indignados
otros, suplicaban o exigían sagrado silencio. Yo lo intentaba, pero es como si
una fuerza interior moviera mis cuerdas vocales. ¡No me podía resistir! ¿No os
ha pasado eso de tararear una canción y no ver forma de dejar de hacerlo? Así que casi finalizando la excursión, en la
playa de Calnegre, me arrearon algún que
otro bastonazo en la mochila, inquiriéndome silencio a toda costa. No tuve más remedio que salir corriendo,
adelantando a todos y una vez en lo más
alto de la montaña, me volví hacia ellos como si de un nuevo Mesías se tratara,
y voz en grito les canté “Señor perdona a tu pueblo, perdónale señor”.
Nueve horas de ruta dan mucho de sí, y tarareamos
la chica yeyé y tantos éxitos conocidos.
Tras el baño en playa de Percheles, recordé Mi Ovejita Lucera, no tan conocida pero muy divertida.
La excursión del sábado no fue épica ni nada por el estilo,
pero algo sufrimos. Unos por la escasez
de agua, otros por las cuestas del Siscar, otros con las plantas de los pies
recalentadas… en fin, qué os voy a contar que no sepáis.
El mejor gesto, el de Jóse. Se adelantó corriendo desde la
Cala de las Mujeres hasta la de Calnegre, y regresó con dos botellas de agua fresquita.
Se me saltaban las lágrimas al ver las botellas perladas y las caras de los
compañeros sedientos.
Mención aparte al gazpacho de Inma y el licor de café de Cari. GRACIAS y FELICIDADES.
A veces la vida te regala fines de semana intensamente vividos, por el entorno, por la
compañía, por qué se yo. Confieso que los días 1 y 2 de septiembre, he vivido.
Preciosa entrada... se nota que disfrutaste "durante" y después de la ruta... qué buen sabor se queda después de un día tan bien aprovechado!! Saludos y sigue disfrutando!!
ResponderEliminarYo creía ver por esas cuestas al San Juan Californio con lenta cadencia de paso, lo de Jose es compañerismo y solidaridad elevado al cubo.
ResponderEliminarA pesar de todo mañana repetiría, estupenda ruta y crónica.
El listón de detalles de la gente se está poniendo muy, pero que muy alto. Cualquier día de estos intentaré emular el detallazo del gazpacho de Inma que, a lomos de su cuerpecillo pizpireto, nos sorprendió con un sabroso, vitamínico y fresquito.... Uhmmmmmmmm! . Inolvidable ruta. Amigos de senderos únicos.
ResponderEliminarDominus vobiscum, Cristóbal
Entro en el rincón por alusión. Los detalles ya forman parte de nuestras salidas, mientras unos maquinan, planean mapas, rutas y senderos, los demás no podemos actuar sólo como meros espectadores. En mi caso pongo en funcionamiento esta cabecita porque sale casi instantáneamente, y en ese proceso o preparación admito que también lo hago con ganas. Todo empezó en una salida, la primera después de Reyes, llevé unos rollos caseros, a continuación llegaron las famosas gominolas, el verano con sus cerezas, las nocturnas con su tinto de verano y licor de crema de orujo… La ruta del río exigía algo más poético y andaluz, de ahí la pócima, líquido que volví a repetir en mi última aventura. Ya pienso en el próximo detalle, en la próxima travesía y en el próximo concierto…
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